jueves, 9 de octubre de 2008

La Estética En Francia Del Siglo XVII

Siempre hubo costumbres bien marcadas sobre el cuidado superficial de las personas.
Según cronistas amantes de las historias que poco tienen que ver con las políticas o los cambios revolucionarios, la belleza y el aseo personal han sido mañosos desde mucho antes de que existieran palabras que las denominaran.
Tratados sobre el buen gusto, la belleza y el cómo lavarse han sido temas antiquísimos entre las sociedades. Incluso hay libros que hablan del tema y que datan desde épocas tan lejanas como la edad clásica o la edad media.
Entre todos los descubrimientos arqueológicos conocidos hoy en día, se pueden encontrar recetas para cosméticos, instrumentos de belleza e incluso libros y textos con consejos sobre estos menesteres.


En el Siglo XVII las mujeres de Francia tenían un gusto obsesivo por mantener su piel tan blanca como les fuera posible. Lo cual es curioso, dado que en esos tiempos la moda en el resto de Europa era el uso excesivo de colores, sobre todo en las mejillas.
Según dicen, para lograr este efecto blanco Ala, las francesitas usaban todo tipo de combinaciones extrañas a base de pepino, azufre, tiza y cal. Las consecuencias eran terribles.



Cuentan que La Duquesa Laurie Maummet, como muchas otras mujeres nobles, se ponía esa mezcla en la cara para ir a las fiestas cortesanas y luego parece que tenía que desaparecer de la vista pública durante largas temporadas para recomponer su rostro de las quemaduras y la sequedad.

O sea que por una noche de buen aspecto, tenían que pasarse varios meses escondidas recomponiendo los desastres que esa mezcla provocaba en la piel.

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